Un poco de historia del
Partenón original:
El Partenón es el monumento
más importante de la civilización griega antigua y se le considera como una de
las más bellas obras arquitectónicas de la humanidad, además de por representar
en arquitectura una unión casi perfecta de matemáticas y geometría, consiguiendo
que al mirar de frente a un edificio tan inmenso para la época, este no se
deformara visualmente, creando el efecto visual perfecto.
Reemplazó un templo anterior en
el mismo emplazamiento, conocido como el Pre-Partenón (Hecatonpedón, que medía
lago más de 30 metros), construido antes de las Guerras Médicas, y destruido
por los persas hacia el año 480-479 A.c.
La construcción del monumento,
realizada casi exclusivamente en mármol blanco del Pentélico, fue iniciada por
Pericles y se desarrolló entre los años 447 y 432 A.c. Los arquitectos
encargados de la obra fueron Ictino y Calícrates y estuvieron, en la mayoría de
los casos dirigidos y colaborando con el famoso escultor ateniense Fidias,
autor de la decoración escultórica y de la gran estatua de Atenea en oro y
marfil (situada como pieza central del templo que medía 12 metros de altura y
para su elaboración se necesitaron 1.200 kilogramos de oro).
La fachada occidental del
Partenón está conservada relativamente intacta. La decoración escultórica del
Partenón es una combinación única de las metopas (esculpidas en bajorrelieve
extendiéndose por los cuatro lados externos del templo), los tímpanos
(rellenando los espacios triangulares de cada frontón) y el friso (esculpido en
alto relieve abarcando los cuatro laterales interiores).
Las metopas representaban la
gigantomaquia en el lado del este, la amazonomaquia en el oeste, la
centauromaquia en el sur, y escenas de la guerra de Troya en el norte. Cada
tímpano del templo tenía una escena mitológica: al este, sobre la entrada
principal del edificio, el nacimiento de Atenea, y al oeste, la lucha entre
Atenea y Poseidón por el patrocinio de la ciudad de Atenas. El friso constituía
la representación de la procesión de las Panateneas, el festival religioso más
importante de Atenas antigua. La escena se desarrolla a lo largo de los cuatro
lados del edificio e incluye figuras de dioses, bestias y de unos 360 seres
humanos.
La cella (cámara interior) del
este estaba dedicada a Atenea Polías (protectora de la ciudad), y la cella del
oeste estaba dedicada a Atenea Párthenos, “la virgen”, por lo cual todo el
edificio acabó siendo conocido como el Partenón. Las diversas partes del templo
estaban pintadas de colores vivos.
El Partenón conservó su carácter
religioso en los siglos siguientes y fue convertido en una iglesia bizantina,
una iglesia latina y una mezquita musulmana. Pero en 1687, los turcos lo
utilizaron como depósito de pólvora durante el sitio veneciano, bajo el mando
del almirante Morosini.
Una de las bombas venecianas cayó
en el Partenón y causó una enorme explosión que destruyó gran parte de la
edificación preservada en buenas condiciones hasta ese entonces.
Lamentablemente, su destrucción
no culminó allí, sino a principios de siglo XIX cuando el embajador británico
en Constantinopla, el Sr. Elgin decidió quitar la mayor parte de la decoración
escultórica del monumento (frisos, metopas, pedimentos), trasladarlas a
Inglaterra y venderlas al Museo Británico, en donde todavía se exhiben, siendo
una de las colecciones más significativas del museo en la actualidad y que aún
reclama la ciudad de Atenas.
Afortunadamente hoy podemos hacer
este pequeño viaje en el tiempo si algún día vamos a Tennessee para imaginar
como era esta maravilla clásica
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